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Estoy en Mandawa, mi primera escala en el Estado de Rajastán, la tierra de los antiguos Rajput o «hijos de Reyes».
Situada a medio camino entre Delhi y Bikaner, mi próximo destino, es un pueblo estratégicamente situado en las antiguas rutas de las caravanas.
El Hotel Castillo de Mandawa, se encuentra en el centro del pueblo y ocupa una parte de la Fortaleza del Maharajá Takum Bhim Singh.
Llegar a Mandawa de noche, alojarse en una parte del Palacio del Maharajá, del siglo XVIII, y contemplar al amanecer desde su terraza como el pueblo despierta, te hace pensar que has retrocedido al pasado.
Pero cuando te das cuenta realmente de que no estás en el siglo XXI, es cuando sales a sus calles y contemplas la vida de sus mercaderes, las clases de la Escuela local con alumnos que aún escriben con tiza en pequeñas pizarras, de los niños saltimbanquis que actúan en el centro del pueblo, rodeados de gente y de algunos vecinos que orinan en la misma calle compartiendo el improvisado retrete con vacas y cabras.
Un desvencijado «Tuc-Tuc», profusamente decorado, anuncia algo a través de un altavoz que lleva en el techo con sonido a gramófono. Por las calles circulan viejos autobuses, carros tirados por camellos y asnos.
Visitar las «Haveli», casas donde vivían los ricos comerciantes en la época de la Ruta de la Seda, es uno de los pocos atractivos turísticos de la localidad. Tienen varias plantas, decoradas con pinturas que aún muestran su belleza, como puedes ver en las fotos. En Jaisalmer tendré la oportunidad de mostrarte otras más lujosas, bellas y trabajadas.
¡Bienvenido al pasado, bienvenido a Mandawa!
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